El siglo XVI en España destacó por ser el periodo en el cual el imperio alcanzó su máxima extensión. A comienzos de siglo el monarca que ostentaba el poder era Carlos de Habsburgo, nieto de los Reyes Católicos. Carlos I duró en el trono desde 1516 hasta 1556, año en el que abdicó, por lo que Felipe, el hijo que tuvo con Isabel de Portugal, accedió al trono, pasando a convertirse en Felipe II.
El imperio que gobernó Felipe II estaba formado por el reino de Castilla, Aragón, Navarra, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Orán, Túnez, los territorios de América, Filipinas y el reino de Portugal y sus posesiones, siendo las más destacadas las de Asia, que se unieron al Imperio español en 1580. Este imperio es conocido popularmente como "El imperio donde nunca se ponía el sol". Cabe destacar que Felipe II estableció Madrid como la capital del imperio. Además, la idea del monarca era unificar los territorios teniendo como piedra angular la religión católica. Dejando a un lado la extensión de los territorios, el Imperio español gobernado por Felipe II destacó también por alcanzar un gran poder político y militar, sobresaliendo los reputados Tercios. Una de las batallas donde se puede apreciar el gran poder militar, a pesar de su gran desconocimiento, es la batalla de Cagayán que tuvo lugar en 1582. La presencia de los españoles en las costas filipinas se debía en gran parte al comercio de especias y a establecer contacto directo con China y Japón. La primera presencia en estos territorios tuvo lugar gracias a la expedición dirigida por Magallanes en marzo de 1521. En el comercio hispano-japonés tenía gran importancia la ubicación de Filipinas, ya que desde esa ubicación los españoles podían adquirir la mercancía de los mercaderes asiáticos, compuestos principalmente por mercaderes chinos y japoneses que llevaban como mercancía sedas, telillas y porcelanas, entre otras cosas. A su vez, también podían adquirir las valiosas especias. Fuera de estas actividades comerciales se encontraba otro tipo de comercio, el que llevaban a cabo los piratas nipones, más conocidos como wako, estos negocios no preocupaban a los españoles hasta 1580, año en el que se le comunicó al rey Felipe II que estos piratas podrían ser un gran problema para la Corona. Esta situación derivó en un contacto entre las diplomacias españolas y japonesas, llegando en junio de 1584 el primer barco español a Japón, concretamente en Hirado (al oeste de la isla Kyushu) para tratar el comercio referente a Filipinas.
Anteriormente, mientras que los wako se dedicaban a sus quehaceres habituales se produjo una confrontación entre las dos culturas presentes en dichas costas, por un lado, la japonesa y, por otro lado, la española, cuyo dominio estaba presente en las Islas Filipinas. La Corona española quería asegurar sus rutas comerciales para que ningún pirata asaltase sus barcos y arruinasen la empresa. En el momento en que Gonzalo de Ronquillo [1], gobernador en ese momento de las islas, es informado de los saqueos y amenazas que sufre la flota española por esas costas, en concreto, en la provincia de Cagayán, situadas al norte de las islas, decide poner fin a las actividades corsarias que perjudican al imperio; con dicho fin, el gobernador decide que la personas capaz de solucionar el problema es Juan Pablo Carrión, por lo que le envía a dirigir a la Armada española.
El capitán Carrión partió desde Manila con destino a Cagayán, a su mando estaban alrededor de diez embarcaciones con cuarenta soldados, en el momento que se adentran a la desembocadura del río Cagayán son atacados por unos piratas, en concreto un millar, siendo prácticamente todos ronin (samuráis sin señor) y algunos ashigaru (soldados japoneses que contaban con mosquetes), todos ellos liderados por Tay Fusa. Estos ataques sucedieron progresivamente, hasta darse un total de tres combates. Por lo tanto, quedó demostrada la superioridad militar española, ya que con cuarenta efectivos fueron capaces de derrotar a más de mil orientales, de los cuales se encontraban los conocidos samuráis. En consecuencia, los piratas japoneses fueron desalojados de las islas, frustrando así la idea de Tay Fusa de asentar una colonia en el norte de las Islas Filipinas. Además, prácticamente no volvieron a realizar sus actividades corsarias, ya que quedó demostrado que el poder del armamento español era infinitamente superior al de los japoneses. Afortunadamente, Manila pudo convertir en un enclave estratégico para que el comercio siguiese un curso pacífico, unos meses bastaron para que la región fuese pacificada. Cabe mencionar, que Carrión fundó en esa región la ciudad de Nueva Segovia, que hoy en día se llama Lal-lo. Actualmente, alguno de los territorios del Pacífico siguen formando parte de España teóricamente, en concreto: Kapingamarangi, Nukuoro, Mapia, Ulithy y Rongerik. [1] Gonzalo de Ronquillo el 16 de junio de 1582 escribió al rey Felipe II una carta en la que decía literalmente: "Los japoneses son la gente más belicosa que hay por acá. Traen artillería y mucha arcabucería y piquería. Usan armas defensivas para el cuerpo. Lo cual todo lo tienen por industria de portugueses, que se lo han mostrado para daño de sus ánimas." Borao, J. E. La colonia de japoneses en Manila en el marco de las relaciones de Filipinas y Japón en los siglos XVI y XVII. Canela.org.es. http://www.canela.org.es/cuadernoscanela/canelapdf/cc17borao.pdf
0 Comentarios
Mientras tanto, España vuelve a estar implicada en un conflicto bélico, como, la Guerra de Marruecos iniciada en 1909 que acabó con la derrota del ejército español en Annual (Marruecos) en 1921. Esta guerra fue el desencadenante de la semana trágica de Barcelona[2]. Además, hay que destacar los problemas sociales que estaban presentes: la lucha de clases se agravó hasta el punto de aumentar el número de enfrentamientos, el movimiento anticlericalismo caló dentro de las clases populares y la población urbana, y finalmente, se consolidó el movimiento nacionalista en Cataluña y el País Vasco sin permitir la negociación entre nacionalista y demócratas.
Esta situación tan alarmante, condujo al inicio del gobierno del general Miguel Primo de Rivera en 1923, con la aprobación del rey. Este apoyo al general provocó que el rey perdiese apoyos dentro de la clase política. Tras este suceso, se constituyó un Directorio Militar, ejerciendo sus funciones de gobierno hasta 1925. Cabe destacar, la participación en África, poniendo fin a las sublevaciones en el Rif, lo que dio una gran popularidad a Primo de Rivera. Después de este acontecimiento, se creó un Directorio Civil[3] presidido por el general, sustituyendo el anterior directorio. A pesar de sus intentos por institucionalizar su régimen, intento de crear una ley fundamental o establecer la Organización Corporativa del Trabajo, el Directorio Civil finalizó en 1930, tras la dimisión de Primo de Rivera el 27 de enero de ese mismo año. Debido en gran parte, a los problemas económicos iniciados en EEUU tras el jueves negro de la bolsa en 1829, el descontento dentro del ejército y la gran oposición que tenía. Ante la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII nombró al general Berenguer como jefe de Gobierno en 1930 y al almirante Aznar en 1931. La inestabilidad política fue aprovechada por los grupos que formaban la oposición para firmar el Pacto de San Sebastián, se plasmaba el compromiso reinstaurar un régimen democrático. A pesar de las intenciones de Alfonso XIII, no consiguió normalizar la situación y tras las elecciones municipales[4] de 1931, y la opinión republicana era mayoritaria, por lo que decidió abandonar España, pero sin abdicar. Finalmente, su abandono trajo a España la segunda república en la historia del país. En el reinado de Alfonso XIII, el dominio del imperio español finalizó tras la pérdida de Cuba, hecho que afecto a la moral de la sociedad. Además, se juntó con las crisis de 1909, que propició la creación de los nacionalismos catalanes y vascos. Respecto a lo político, el monarca se interesó demasiado, ya que se tendría que haber limitado a arbitrar y no tomar decisiones políticas, mostraba su predilección por los militares. Además, intentó acabar con el caciquismo desde el gobierno conservador y el de los liberales, buscando la restauración, pero tras el asesinato de Maura y de Canalejas se rompió el sistema de turno debido a la división de opiniones dentro de los partidos y dando lugar a gobiernos inestables. Este hecho fue uno de los causantes de la crisis de 1917, aumentando el terrorismo radical de los anarquistas, presente sobretodo en Cataluña, provocando huelgas generales, la creación de Juntas de Defensa y de una Asamblea de Parlamentarios. Respecto a la situación internacional, España supo evitar la Primera Guerra Mundial, siendo neutral y convirtiéndose en la abastecedora de los de los países participantes, provocando numerosos beneficios, pero la mala gestión fue otro causante de la Crisis de 1917, mencionada anteriormente. Además, si fuese poco, el ejército español sufrió una desastrosa derrota en la Guerra de Marruecos, aumentando así el descontento social. Alfonso XIII, gobernó en una de las peores épocas de la historia española y no supo solucionar muchos problemas, pero supo aceptar bien la decisión del pueblo en las elecciones de 1931 y se retiró dejando paso a la llegada de la Segunda República española evitando así que se vertiera sangre española en otra guerra civil. [1] El caciquismo en España consistía en que un hombre influyente económicamente y con gran poder -cacique- se ocupaba de dirigir el voto con la finalidad de garantizar la alternancia política. “¿Qué es el Caciquismo?,” Saberia, 2009, http://www.saberia.com/2010/09/que-es-el-caciquismo/ [2] Acabó con el programa reformista del conservador Antonio Maura. Domingo, Paco. “La Semana Trágica de Barcelona.” http://www.pronunciamientos.rizoazul.com/semana%20tragica.html. [3] A semejanza del modelo italiano de la época, en concreto el Consejo Fascista. [4] Resultados elecciones: “Elecciones Municipales de España de abril de 1931,” Websaber, http://www.websaber.es/historia/espana/sigloxx/eleccionesmunicipales1931.htm
En América en el siglo XIX, las ideas revolucionarias y progresistas de Francia calaron en la población. Anteriormente, se había producido la Declaración la Independencia de los Estados Unidos de América en 1776. La otra parte de América, estaba dividida dos territorios: uno se encontraba subordinada al mando portugués; y, por otro lado, bajo el dominio español. El territorio español se encontraba dividido en cuatro virreinatos: Nueva España, Perú, Nueva Granada y Río de la Plata.
El contexto presente en el siglo XIX marcó el inicio de una sensación de autonomía de las provincias españolas. Este clima se fraguó por diversos motivos como, el pensamiento ilustrado y progresista[1] influyó mucho en su pensamiento; o que los criollos[2] tenían una gran ambición por ser decisivos en el poder político y querían consolidar su poder económico. A estos motivos, hay que sumar el aislamiento comercial que estaban sufriendo las colonias, debido al monopolio comercial que ejercía España sobre estos territorios, los problemas de desabastecimiento por parte de la metrópoli, y, por último, la prohibición de comerciar libremente con otros países. Ante esta situación, las colonias intentaron buscar soluciones, como defenderse y financiarse con fondos propios, pero no era de ninguna ayuda los aranceles impuestos desde España. En las Cortes de Cádiz y en la Junta Central, la representación de los españoles americanos fue muy escasa, algo a su juicio muy injusto. A partir de este momento, las minorías criolla y blanca iniciaron una revolución autoritaria para no perder su situación estamental y conseguir la libertad de comercio con otros países. La posición de una gran potencia, Gran Bretaña, era favorable a la independencia, como fue con la de Estados Unidos, ya que la existencia de un nuevo mercado les beneficiaría.
Dentro de España, la situación era inestable debido a la Guerra de Independencia española, esto fue aprovechada por las distintas provincias para iniciar la desunión de España. El absolutismo de Fernando VII no solucionó nada la situación, más bien al contrario, endureciendo las negociaciones y mandando tropas, se estima que eran 15000 hombres, para acabar con la sublevación independentista creada en el Alto Perú en 1809 y la revolución de mayo de 1810[3], tras el Cabildo Abierto los criollos consiguieron derrocar la Junta Suprema Central con la correspondiente destitución del virrey Cisneros y se creó la primera Junta Provisional Gubernativa del Río de la Plata. Además, era inminente una invasión portuguesa. Entonces, se decidió nombrar un director supremo, Ignacio Álvarez Thomas, que más tarde convocó al Congreso General en Tucumán.
El Congreso de Tucumán se realizó el 24 de marzo de 1816[4], los objetivos de esos congresos consistían en declarar la independencia beneficiando a todas las provincias, crear un Constitución y un nuevo Director Supremo. Más adelante, en concreto el 19 de julio de ese mismo año, ante las discusiones sobre cómo debería de estar gobernado el estado, si república o monarquía constitucional, se agregó al acta del Congreso de Tucumán[5] ("Una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli"), lo siguiente: "y de toda otra dominación extranjera"; por lo que se establecía un sistema de gobierno centralista. Esta modificación, fue rechazada por las provincias, lo que provocó el reinicio de una guerra civil y en 1819 se aprobó una constitución más conservadora que la anterior, consecuentemente se produjo la renuncia del Director en 1819, por lo tanto, el fin del Directorio y del Congreso de Tucumán. Esta declaración consiguió que la mayor parte de las colonias españolas se independizaran, destacando como líderes de este movimiento a Simón Bolívar y del general San Martín. Las Diputaciones Provinciales que continuaron bajo dominio español se situaban en Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El inicio de la independencia de las colonias españolas, más que ser provocado por las ideas revolucionarias y progresistas provenientes de Europa, fue provocado por la ambición política y económica de los criollos, que se aprovecharon de la situación en guerra de España y posteriormente de la incapacidad administrativa de Fernando VII. Cabe destacar, la importancia del comercio internacional, con Gran Bretaña sobretodo, que en América veían como una vía de mejorar su calidad de vida. Dentro de este Congreso, había rumores de que algunos participantes, influidos por Belgrano y Pueyrredón, cederían ante la creación de una monarquía para que fuese gobernada por la casa real portuguesa. Ante esta conspiración, se decidió modificar el acta en una reunión secreta eliminando cualquier posibilidad de que fuese dependiente de cualquier monarquía. La extensión de los territorios afectados provocó que la declaración se divulgara en varios idiomas: castellano, quechua y aymara. Seguramente, algunos miembros afectados ni decidieron sobre su futuro. [1] Destacando las figuras españolas de Jovellanos o Campoamor, y las figuras francesas de Montesquieu, Rousseau o Voltaire. [2] Criollos: españoles nacidos en América. [3] “El Historiador: Artículos: 25 de mayo de 1810 - Revolución de Mayo.” http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/independencia/25_de_mayo_mitos.php. [4] “El Congreso de Tucumán,” La Guía de Historia, http://www.laguia2000.com/america-hispanica/el-congreso-de-tucuman [5] “9 de Julio - Después de,” Ministerio de Educación y Deportes (Argentina), http://www2.me.gov.ar/efeme/9dejulio/despues.html
La Europa turbulenta del siglo XIX estuvo marcada por la hegemonía británica y por la revolución francesa, que traía consigo unas ideas progresistas. En España se quería evitar el contacto con las ideas revolucionarias provenientes de la otra gran potencia europea, Francia[1], por si se propagaban en el país. Con esa finalidad, Floridablanca decidió suspender los Pactos de Familia[2], creando controles férreos en la frontera pirenaica, ya que apoyaba a Luis XVI. Ante esta situación, el monarca español decidió que el conde de Aranda[3] sustituyera a Floridablanca, para mantener la situación con los franceses e intentar salvar al rey de Francia. Posteriormente, le sucedió Manuel Godoy[4], que siguió los planes de su predecesor, pero Luis XVI fue ejecutado, lo que desencadenó que España declarara la guerra a Francia, por lo que se unió a la coalición internacional y participó en la Guerra de la Convención[5]. El desenlace del conflicto se veía desfavorable para España, por lo que Godoy firmó la Paz de Basilea[6] en 1795. Posteriormente, esta relación llevo a una alianza firmada en el Tratado de San Ildefonso[7] (1796) en contra de Gran Bretaña.
Cabe destacar la política liderada por el general Napoleón Bonaparte para alejar a Gran Bretaña del poder. El fracaso de la conquista de Gran Bretaña de las tropas napoleónicas, provocó que en 1806 el emperador decretara el Bloqueo Continental[8], con el fin de aislar a la potencia británica. Sin embargo, Portugal, aliada de Inglaterra, se negó a respetar el tratado, lo que desembocó en la decisión de Napoleón de invadir dicho reino. A raíz de esa decisión, España entró en contacto con Francia a principios del siglo XIX, mediante el Consejero de Estado y de Guerra Eugenio Izquierdo, representante plenipotenciario de Manuel Godoy, valido de Carlos IV, y Gérard Duroc, representante de Napoleón. Estas conversaciones derivaron en la firma del Tratado de Fontainebleau de 1807, donde se recogía una alianza franco-española con el fin de invadir Portugal y se establecía el “Derecho de paso” por España de las tropas francesas; y una vez invadida se repartiría en tres partes el territorio peninsular: el norte entre Duero y Miño junto con Oporto se entregaría como el Reino de Lusitania Septentrional que pertenecería a la ex reina de Etruria; la parte central, comprendida entre el Duero y el Tajo, las llamadas cuencas españolas, se quedarían reservadas para futuras compensaciones; y por último, la provincia de Alentejo y el Reino de los Algarbes pertenecería al Príncipe de la Paz, Godoy. Todos estos territorios seguían las leyes que están en uso en la familia reinante de S.M. el Rey de España[9]. Además, estos territorios nunca podrán reunirse bajo un mismo rey o a la Corona de España. Las consecuencias anteriores al Tratado de Fontainebleau y posteriores dejaron mermado el poder de España y su economía. La flota franco-española sufrió una devastadora derrota en Trafalgar[10], lo que provocó un aislamiento internacional por parte de Napoleón. Pero una vez más, se veía muy lejos la imagen del gran poderío bélico característico del Imperio Español. Además, a partir de este momento se vio mermado el comercio con América debido en gran parte al peligro existente en las rutas comerciales, por lo tanto, la Hacienda Real se encontraba con escasos recursos. A raíz de esta situación, Godoy realizó reformas interiores[11], como, desamortización del clero, reducir la influencia de la Inquisición, etc. El inicio de invasión de España por parte del ejército napoleónico era un rumor, pero empezó a llevarse a cabo realmente cuando se tomó Lisboa y los ejércitos de reserva francesas tomaron las plazas españolas ubicadas en la frontera con Francia, y posteriormente, las ciudades de Barcelona, Pamplona, San Sebastián, Salamanca y Burgos, entre otras. Dentro de la monarquía se empezaba a crear un descontento con Godoy como se vio visible en su apartamiento tras el Motín de Aranjuez de 1808. Posteriormente, hay que destacar los sucesos ocurridos en Bayona, conocidos como las Abdicaciones de Bayona, abdicando en favor de Napoleón, que cedió el trono a su hermano, José I Bonaparte. Consecuencia de estos sucesos, es la creación de los Estatutos de Bayona, primer texto constitucional español según muchos expertos. En este momento, el pueblo español se levantó el 2 de mayo de 1808 luchando a favor de su independencia. Por lo tanto, se inició la Guerra de la Independencia española teniendo su fin en 1814, y con la fatídica vuelta de Fernando VII. En conclusión, las intenciones tanto como de los monarcas españoles o la de los validos, acabó una vez más, con la guerra en la que personas inocentes luchaban por una fe que ellos recogían en la figura de Fernando VII, en la realidad era totalmente al revés. La figura de Napoleón supo aprovechar muy bien la situación en España y estuvo a punto de anexionar el territorio español a su gran imperio, a no ser, por la gran resistencia que ofreció el pueblo español, provocando la primera derrota de sus tropas. “La España que pudo ser y no fue”-Arturo Pérez Reverte- como bien comentó un gran escritor sobre su novela, El Asedio, donde se refleja la situación vivida en Cádiz durante la invasión napoleónica. Cualquier tipo de avance social, proveniente de Rousseau, o de cualquier tipo proveniente de cualquier ilustre pensador de la época, se quedó en un espejismo con la llegada de Fernando VII. Además, el devenir de España estuvo marcado por la figura de Godoy, una persona con un carácter ambicioso de ser rey, que confió en la derrota de Napoleón y tomó numerosas decisiones equivocadas llevando a España a continuas guerras; cuando su único fin era buscar su propio beneficio. [1] Dentro de Francia se produjo un cambio político, debido a la revolución francesa de 1789. Una de las consecuencias de mayor influencia fue el derrocamiento del monarca francés Luis XVI y la aparición de la figura de Napoleón Bonaparte, que se hizo con el poder en 1802, convirtiéndose en una figura revolucionaria y en contra del antiguo régimen. Fue coronado emperador de los franceses en 1804 por el Papa Pío VII. SpainExchange, Historia de Francia: Napoleón Bonaparte, 1999: http://www.studycountry.com/es/guia-paises/FR-history.htm [2] Pactos de Familia, EcuRed, https://www.ecured.cu/Pactos_de_Familia. [3] Biografía de Conde de Aranda, Biografías y vidas: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/aranda.htm [4] Posteriormente, sería reconocido como el Príncipe de la Paz. Biografía de Manuel Godoy, Biografías y vidas: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/godoy.htm [5] Guerra de la Convención, Gran Enciclopedia Aragonesa online, 2000: http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=6623. [6] La Paz de Basilea, Arte Historia: http://www.artehistoria.com/v2/contextos/6851.htm [7] El Tratado de San Ildefonso, Arte Historia: http://www.artehistoria.com/v2/contextos/6853.htm [8] El Bloqueo Continental, Arte Historia: http://www.artehistoria.com/v2/contextos/2464.htm [9] Ruiz Rodríguez, Ignacio, Historia del Derecho y de las Instituciones, 2016, pp. 822-825. [10] Pérez Reverte, Arturo. Cabo Trafalgar, Alfaguara, Madrid, 2004 [11] Consecuencias del Tratado de Fontainebleau, Apuntes de Historia: http://www.apunteshistoria.info/el-tratado-de-fontainebleau-que-establecio-el-reparto-de-portugal-y-el-derecho-de-paso-por-espana-de-las-tropas-francesas-encargadas-de-su-ocupacion
Los inicios del siglo XVIII estuvieron marcados por la inminente muerte del monarca español, Carlos II, debido a la vacante en el trono español se empezó a fraguar un conflicto a nivel europeo donde se mostraban los favoritismos a heredar la monarquía española.
Ante una posible unión de alguna potencia europea con el Imperio Español, se concluyó a repartir los territorios en el caso de que Carlos II muriese sin descendencia. Esta primera repartición se llevó a cabo entre Luis XIV y Leopoldo I durante la Guerra de Devolución, firmado en Viena en 1668. Mientras tanto, Austria se mantenía al margen en dicha guerra, hasta que Carlos II contrajo su segundo matrimonio con Mariana de Neoburgo, esto provocó un incremento de la influencia austriaca en la corte madrileña. Hasta finales del siglo XVII, el derecho sucesorio recaía en un miembro de la dinastía de los Austrias o de la dinastía francesa de los Borbones. Pero en 1692, surgió una candidatura más próxima, y Carlos II en su primer testamento de 1696 postulaba como heredero al trono a José Fernando de Baviera. Carlos II cambió su testamento debido a que el segundo tratado de reparto de la Monarquía Hispánica provocó un descontento en la corte madrileña y nombró a José Fernando de Baviera como heredero de la monarquía española de una manera universal e indivisible, y en el caso de su muerte, el heredero sería el emperador Leopoldo I. Pero el heredero al trono murió en 1699, y los posibles herederos eran, por lo tanto: el Archiduque Carlos de Habsburgo[1], hijo de Leopoldo I, y Felipe de Anjou[2], hijo de Luis conocido como el Delfín. El desencadenante de la decisión final fue el tratado de reparto de 1700, donde la opción austriaca perdió el favoritismo. Consecuentemente, Carlos II expresó en su tercer testamento en 1700 su deseo de que el heredero del trono fuese Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV[3]. A pesar del testamento de Carlos II, la oposición a los Borbones era fuerte, formada por la firma de la Gran Alianza de la Haya por parte de Austria, Gran Bretaña y las Provincias Unidas, y Portugal y Saboya, unidas posteriormente. Estas potencias europeas contrariamente a la voluntad de Carlos II, reconocieron al Archiduque Carlos de Habsburgo como rey de España en 1703. La situación desemboco en la Guerra de Sucesión, donde las potencias europeas participaron en la herencia de la monarquía española. A nivel nacional, dividió España en dos bandos, cada uno partidario de un candidato. Dentro de esta guerra, destacan las victorias del bando a favor de Felipe V en las batallas de Almansa, Brihuega y Villaviciosa; pero el acontecimiento más importarte fue a nivel internacional: Carlos de Habsburgo tras heredar en 1711 el Imperio Alemán perdió interés en reinar en España. Ante esta situación, las potencias aliadas del Archiduque Carlos, Inglaterra y Holanda, empezaron a prever la posibilidad de que España y Austria estuvieran gobernadas bajo un mismo monarca. Estos sucesos, llevaron a la victoria de Felipe de Anjou en la Guerra de Sucesión. Una vez finalizada la guerra se firmó el Tratado de Utrecht en 1713. Este tratado aparte de ser un tratado de paz, estipulaba lo siguiente: Felipe V fue reconocido como Rey de España por las potencias europeas con la condición de renunciar a cualquier derecho sobre la corona francesa, se perdieron numerosos territorios[4] de la monarquía española a favor de Austria y de Gran Bretaña. El primer rey Borbón de España pudo reinar con el fin de la Guerra de Sucesión, pero su política cambió de rumbo tras la muerte de su cónyuge, María Luisa de Saboya, debido a que Felipe contrajo matrimonio con Isabel de Farnesio en 1714. A partir de ese momento, la política tuvo una influencia italiana, solicitando la revisión del Tratado de Utrecht con el fin de recuperar los territorios italianos. A pesar de esta reivindicación llevada a cabo por el Cardenal Alberoni, la Cuádruple Alianza[5] acabó con esas esperanzas, y su vez, la esperanza de recuperar Menorca y Gibraltar, pertenecientes a Gran Bretaña. La pérdida de estos territorios marcó el inicio de la hegemonía británica, y por lo tanto la pérdida de poder de la monarquía francesa. Dentro del ámbito nacional español, la mayor consecuencia fue la creación de los Decretos de Nueva Planta, donde Felipe V castigaba la posición en su contra que mantuvieron los territorios la Corona de Aragón, en estos decretos se suprimían los fueros de los Reinos de Valencia, Aragón, Mallorca y el principado de Cataluña, sustituyendo el derecho aragonés por el derecho castellano, mostrando su reconocimiento por la fidelidad mostrada por la Corona de Castilla[6]. Esto fue el comienzo de la Castellanización de la monarquía española, a semejanza del modelo centralista francés. La Guerra de Sucesión, más que un conflicto de ideologías o posiciones políticas, era una batalla por conveniencia territorial donde las potencias europeas buscaban obtener el máximo beneficio territorial e incentivar su poder. Esta actitud se ve reflejada en el cambio de influencia de los aliados ya que cuando Carlos de Habsburgo hereda en 1711 el Imperio Alemán estos se distanciaron ante una posible unión entre España y Austria. Dentro de la reforma borbónica más conocida, los Decretos de Nueva Planta, se aprovechó la situación desarrollada en la guerra para poder consumar la idea de un modelo centralista dentro de España, donde vio un ejemplo en la Corona de Castilla, la que había sido la más potente dentro de la monarquía. La personalidad de Felipe V siempre estuvo muy ligada a su carácter mujeriego, por lo que siempre era manipulado por sus mujeres, en especial su segunda mujer, Isabel de Farnesio. Tras la muerte de su hijo Luis I y el comienzo de su segundo reinado, su mentalidad cambió completamente desinteresándose de la política, y delegando en su mujer y en José Patiño. Aunque permitió que se realizaran iniciativas que beneficiaban a sus reinos, lo que trajo consigo un proceso de recuperación para mejorar la situación que había dejado Carlos II, por lo que se inició la idea de progreso y el Despotismo Ilustrado. A pesar de estas mejoras y reformas, el poder del Imperio español en Europa se había perdido completamente, donde la mayor potencia europea comenzaba a ser Gran Bretaña. Numerosos relatos cuentan que la personalidad de Felipe V se vio muy mermada a partir de la tercera década de su reinado. Se comentaba que temía la luz solar, por lo que realizaba todas sus actividades de noche, como, por ejemplo: atender los asuntos de gobierno por la noche, organizar cacerías a las dos de la madrugaba, etc. Otros hechos curiosos, es que se creía que era una rana, e incluso, que pretendía montar los caballos que se encontraban bordados en los tapices o pintados en cuadros. [1] Partidario del modelo federal de Austria, causó simpatía en la Corona de Aragón. [2] Partidario del modelo centralista francés impuesto por Luis XIV, caló en la mayor parte de Castilla [3] Ruiz Rodríguez, Ignacio, Historia del Derecho y de las Instituciones, 2016, pp. 494 y ss. [4] Territorios perdidos: las Provincias Unidas y los territorios italianos (Nápoles y Cerdeña) a favor de Austria. También, se perdió la isla de Sicilia, anexionada al reino de Saboya. Por otro lado, se perdió Gibraltar y Menorca a favor de Gran Bretaña. Además, esta última, consiguió el permiso de navío y el asiento de negros, es decir, podían comerciar ilimitadamente con las Indias españolas, incluso comerciar con esclavos. “Historia de España - El Siglo XVIII - la Guerra de Sucesión Y El Sistema de Utrecht,” Historia del siglo 20, 2005, http://www.historiasiglo20.org/HE/8a.htm Los territorios perdidos se aprecian con mayor claridad en la imagen del siguiente enlace: http://e-ducativa.catedu.es/44700165/aula/archivos/repositorio/3750/3889/html/TratadodeUtrecht.jpg [5] Formada por Gran Bretaña, Francia, Provincias Unidas y el Imperio de Austria. “Cuádruple Alianza,” EcuRed, https://www.ecured.cu/Cu%C3%A1druple_Alianza [6] “Decretos de Nueva Planta,” Gran Enciclopedia Aragonesa online, http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=9478 |
Blog creado con el fin de divulgar la cultura y la historia de España.
Categorías
Todos
Últimas publicaciones:
La batalla de Cagayán en Filipinas, 1582. El rey Alfonso XIII se despide de España. Independencia declarada por el Congreso de las Provincias Unidas en Sudamérica (Tucumán, 9 de julio de 1816). El Tratado secreto entre el rey de España y el emperador de los franceses, relativo a la suerte futura de Portugal (27 de octubre de 1807). |